28 de marzo de 2011

Esos ojos verdes.. (Final)

Era ya otro día. Con lágrimas en los ojos Ariel armó la valija. Su madre le informó temprano que debían irse un día antes porque las necesitaban en casa. Terminó la valija y salió buscando a Dominique, que estaba podando unas plantas, cuando la encontró corrieron hasta el árbol, que ya se había hecho SU lugar.
Dominique le preguntó porque estaba así. Cuando escuchó la respuesta se largó a llorar también. Aunque sabía que Ariel debía irse pronto, había pensado en aprovechar el último día que le quedaba con ella yendo de picnic en la tarde y pasar un rato de la noche allí mismo; pero esa noticia imprevista, arruinó todo plan de despedida.
Luego de un largo llanto, se dieron cuenta que estaban desperdiciando sus últimos instantes juntas, en lágrimas y lamentos. Así que replantearon la situación con un fuerte abrazo que las consoló, en gran parte al menos, a las dos. Ariel besó una y otra vez los labios de Dominique, como para que sus besos le queden grabados para siempre. Dominique acariciaba la piel suave, tersa y fría de Ariel al ritmo de sus besos. Las dos entraron en un trance del que no salieron por mucho rato, hasta que escucharon gritos desde la casa, llamándolas.
Sus manos no querían separarse. Ariel tomó el impulso para caminar hacia la casa, una vez más, pero Dominique no avanzó. Extrañada, miró a Dominique y vio, en una de sus manos, una tijera de las que había estado usando para podar las plantas. Dominique fue hacia el árbol donde estaba su hamaca y comenzó a tallar algo en él. Ariel se acercó, y vio que estaba escribiendo algo; sonrió y la ayudó a tallar la corteza.
Miraron hacia la casa, y emprendieron su camino. De la mano las dos, llegaron y vieron que la camioneta ya estaba encendida y el equipaje estaba cargado. Ariel saludó a los familiares nuevos, que en realidad nunca terminó de conocer bien, y se despidió de Dominique con un abrazo muy fuerte. Subió a la camioneta, se acomodó cerca de la ventana y comenzó el viaje, de vuelta a casa.
Dominique vio por ultima vez a su linda Ariel, encerrada entre equipaje y el vidrio de la ventanilla. Sus ojos la delataron con algunas lágrimas. Ante el llanto inesperado, fue a su habitación a descargarse con su almohada. Cuando se quitó el saco que tenía puesto, vio que un papel blanco asomaba de un bolsillo. Lo sacó y leyó "Siempre estaré enamorada de tus ojos verdes, hermosa.". Su sonrisa fue inevitable. Abrazó el trozo de papel y se durmió, entre lágrimas.

No sabían si se volverían a ver. Quizá las próximas vacaciones, el próximo año.. o nunca. Pero aunque no se vieron por mucho tiempo, en sus corazones siempre hubo algo de la otra, latiendo como si fuese una partecita más, una partecita imprescindible. Aunque no volvieran a tocarse, ni besarse, ni a abrazarse como lo hicieron aquella vez, había algo que no se iba a borrar. Aparte del recuerdo, aquél árbol especial, el de la hamaca, siempre iba a tener encerradas a "Ariel y Dominique" en un corazón.

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